Abadía, a 1 de febrero de 2023
Las autoridades y vecinos tienen que saber revalorizar este rico patrimonio cultural y arquitectónico, como lo hicieron siglos atrás los Alba, los franciscanos y los literatos Lope de Vega y Garcilaso de la Vega.
Si hace unos meses dábamos la señal de alarma de cómo se encontraban los jardines renacentistas del Palacio de Sotofermoso (Abadía), antiguas propiedades de los Duques de Alba, hoy ponemos la alerta en el convento de Nuestra Señora de los Ángeles de la Bien Parada, en el mismo municipio cacereño.
Un patrimonio cultural y arquitectónico que data del siglo XVII, con añadidos en siglo XVIII y que es propiedad del Ayuntamiento de Abadía, que lo compró con la intención de recuperar el edificio y convertirlo en un hotel, según explicaba hace unos diez años el entonces alcalde Adolfo Vallejo Barbero, pero la idea se quedó en palabras y el edificio cada vez está más deteriorado y arruinado.
Estas ruinas de estilo gótico sencillo y depurado, destacaron por la sobriedad y autoridad de los franciscanos, el inmueble albergó una facultad de Teología y Música.
El edificio está formado por la iglesia, la sacristía, el claustro y las dependencias conventuales de las que se conserva la hospedería, según cita Sebastián Caballero González, en su libro “La Abadía, un centro de conocimiento y de la cultura, único en Extremadura”.
La iglesia, está formada por una sola nave y tres crujías. De éstas, la primera corresponde a la capilla mayor. A esta estructura diáfana se adosaron al lado de la epístola dos piezas de planta cuadrada: la sacristía, abierta al presbiterio, y la “Capilla del Santo Sepulcro”, que comunica con la primera crujía de la nave y a la que se añade un camarín en el muro sur. El sotocoro, al que da acceso un arco carpanel, utiliza dos tramos de bóveda de medio cañón con lunetos, recogiendo su empuje en los muros dos pilastras. Bajo el sotocoro se abren dos puertas: la de acceso al templo y la reglar por el lado del evangelio, con jambas y dinteles de cantería. Particularmente interesante es la primera, con blasones de los duques de Alba (Álvarez de Toledo).
El claustro data del siglo XVII. De planta cuadrada y dos pisos y líneas muy puras. En torno a él se abren numerosas vanos adintelados que dan paso a las diferentes dependencias.
La crujía oeste del claustro se destinó a zona de habitaciones, como lo demuestran los numerosos compartimentos en los que fue dividida para conformar las celdas, cuatro abajo y cinco arriba.
De igual modo la crujía norte acogía cuatro celdas por planta. Desde la crujía este se accedía al refectorio, a la sala De profundis, a la cocina y despensa. En el lado suroccidental y en línea con la fachada del templo se ubicaba la zona de servicios. En el ángulo sureste se ubican una serie de salas realizadas en el siglo XVIII. La hospedería fue edificada en su mayor parte durante el segundo tercio del siglo XVII, con añadidos importantes en el siglo XVIII.
El estado de conservación presenta una gran perdida del edificio a causa del abandono y las inclemencias del tiempo. Parte de sus piezas han sido expoliadas.
Las actuales ruinas franciscanas fueron declaradas Bien de Interés Cultural en 2012 por la Junta de Extremadura y está inscrito en la Lista Roja de Hispania Nostra desde el 20 de enero de 2015.
Otra pieza arquitectónica que desaparecerá si sus autoridades no velan por el valor patrimonial.