Por Rosa Sánchez de la Vega.
“Maldita Roma” segunda novela histórica de la saga de Santiago Posteguillo es en esta ocasión, nuestra lectura recomendada. Un Julio César en la plenitud de su talento político y militar, dispuesto a vencer cualquier obstáculo en su conquista del poder. El mito comprenderá que Roma lo exige todo, hasta su bien más preciado. Roma no negocia con nadie, tampoco con César. “La leyenda continúa”
Santiago Posteguillo y Rosa María Sánchez de la Vega, tras la entrevista.
Madrid, a 2 de septiembre de 2024.
P.—La última vez que nos vimos fue a propósito de “Roma soy yo” en una juventud de Julio César que entonces muchos de nosotros desconocemos. Nada como conocer la historia para aprender y no errar.
-La historia la hacen los seres humanos y si se repiten las mismas acciones que en el pasado condujeron a situaciones negativas, es porque además de desconocer el pasado por parte de las clases dirigentes, hay en ellos una falta de interés en no repetirlos.
P—¿Qué mueve tanta ambición de poder?
-El propio poder atrae. Hay personas que sus ansias de ambición son tan grandes que se ciegan y no ven que a veces lo más inteligente no es acumular tanto poder. Al menos no lo más inteligente para tu bien personal.
P—Hay quien vive la ansiedad de poder con una ambición desmedida.
-En el caso de César hay que tener un matiz en cuenta. Era difícil transformar lo que llamábamos república romana, que era una oligarquía de poderosos con muchos privilegios, frente a un pueblo que no tenía tantos derechos, era muy difícil cambiar eso sin acumular mucho poder.
P—Julio César cumplió desde el primer día con su programa. Por ejemplo, la reforma agraria que después de 130 años seguía sin hacerse. Hubo una serie de juegos de entretenimiento, o el propio endeudamiento público y el suyo también.
-Sí, él privadamente se endeudaba para conseguir terminar obras públicas, que no tiene nada que ver con lo que podemos ver hoy día, que o bien para hacer una obra pública se endeuda al Estado, es decir, endeudas a todos los ciudadanos, o bien retrae el político de turno, no digo que pase siempre, pero por casos de corrupción, en una obra pública un porcentaje desaparece y se lo queda en algunos políticos. En cambio César se endeudaba él privadamente para terminar las mejoras de la vía Apia.
P—Julio César nunca perdió una votación ante el pueblo.
-¿Cómo no lo ibas a votar? Si cumplía lo que prometía, podrían no votarlo los que no estuvieran de acuerdo. Pero todos los que lo votaban nunca se sintieron insatisfechos porque él había cumplido. Entonces eso hay que reconocer que era algo digamos muy digno.
P—¿Llegó a plantearse, hasta qué punto el fin justificaba los medios?
-Sí, vamos a ver cómo precisamente la oligarquía senatorial dirigida por Cicerón y por Catón van a utilizar todo tipo de estratagemas para que no pueda aprobar esa reforma agraria en el Senado.
Y César va a tener que utilizar todo tipo de subterfugios legales, como por ejemplo sacar la votación del Senado para llevarla a otras asambleas, como las asambleas de la plebe, del pueblo, para intentar votar ahí una ley que también se podía hacer.
Pero al final tiene que hacer cosas próximas a lo que hacen sus enemigos. En este sentido tampoco la política de Roma nos tiene que parecer algo desconocido, más bien al contrario, nos hace ver cómo lo que podemos observar en la política del siglo XXI pues ya ocurría, el hecho de que se lleguen a pactos políticos entre facciones digamos en este caso senatoriales que sería como un poco el equivalente a partidos políticos, hoy día entre opciones políticas totalmente contrapuestas pero que por intereses comunes deciden aliarse.
Veremos como César tiene la habilidad de que dos enemigos irreconciliables como Crassio y Pompeyo, unen fuerzas junto a él para hacerse con el control del Senado. Ahora bien, en ese proceso se le va a exigir unas cesiones a Julio César que van más allá de lo que él jamás habría imaginado.
P—Tu capítulo sobre la “oratoria” importantísimo en la vida actual, le damos menos importancia de la que merece. ¿Qué es lo más importante en un discurso?
-Aquí hay distintas opciones. Apolonio Molón era maestro de oratoria del propio Cicerón, y Julio César acude a él y le plantea la importancia de lo inesperado en un discurso, pues descoloca al contrario totalmente, y es verdad que cuando en un discurso político se tiene la habilidad de decir algo que es inesperado, sorprende, y cautiva a veces.
P-“El poder se construye sobre mucha sangre”, que diría Aurelia; la madre de Julio César.. La humanidad muchos siglos después tira de democracias y de derechos que nos da períodos de paz
-Me duele mucho cuando veo políticos inconscientes que azuzan situaciones que conducen a polarización, porque de la polarización a una situación violenta hay muy poco. Y me da mucha rabia que tanto en las guerras como en cualquier conflicto donde haya violencia, en la calle se peguen gente que no se conoce por culpa de gente que sí se conoce y que están en sus casas tranquilamente. Pero las democracias occidentales siguen siendo, a mi entender, pese a todas estas imperfecciones, el mejor de los sistemas políticos que ha encontrado el ser humano.