Enrique Julián Fuentes. Ingeniero Forestal
Montehermoso, a 31 de diciembre de 2022
Te puede interesarCulebrera europeaEn días como hoy, en los que la actualidad política supera a las peores películas de ficción y se rebasan límites morales, hasta hace poco tiempo insospechados, damos por perdida la confianza en aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir un país que, sin lugar a dudas, conoció mejores épocas y figuras acordes con la relevancia del peso de su historia.
En momentos en los que se aparca el verdadero interés general y vamos derechos al abismo, conviene mantener la esperanza y no perder de vista las bondades de un tiempo que aporta el calor y la fraternidad, complicados de encontrar en otras fechas y estaciones del año.
La Navidad es la conmemoración del nacimiento de Jesús. Todo un símbolo del amor y la concordia de los hombres. El eje central de una religión amparada en el respeto y la ayuda al prójimo, que perdura en el tiempo y que constituye en sus escrituras, el mayor código ético jamás publicado.
La Navidad trae consigo un mensaje de solidaridad, ilusión y esperanza. Un mensaje de paz y de unión entre hermanos, que conlleva valores humanos y nos guía por el buen camino durante todo un año.
No hay instrumento más poderoso que pare las guerras y calme el enfrentamiento y la violencia, tan frecuente por desgracia en nuestros días. Llegar a una nueva Navidad, implica recuperar el contacto con los seres queridos, compartir vivencias con familiares y amigos. Un tiempo de paz, afecto, comprensión, educación y respeto. Momento de recuerdo hacia aquellos que nos dejaron y vínculo ineludible para conmemorar valores tan básicos y elementales como son la libertad o la justicia.
La Navidad nos ayuda a reflexionar sobre las cosas que de verdad importan en la vida. La salud y el amor, bienes incontables que a su vez no pueden ser comprados con dinero.
En Navidad reside la familia, que es a su vez, el mayor espacio protector que existe. El refugio inexpugnable sobre el que no se puede entorpecer. No hay influencia capaz de regular las normas constituidas en el calor de un hogar, con valores inculcados.
El nacimiento del niño Jesús, nos trae la ilusión y la fuerza que no encontramos en el día a día; por eso es tan importante la Navidad y su sentido. Una familia unida en Navidad, es inquebrantable.
La familia representa el mayor exponente del amor y el respeto por nuestros mayores, es un espacio de contención y de agradecimiento. Un apoyo incomparable, difícil de encontrar de puertas hacia afuera.
Navidad y familia es amar, un término sencillo y tan complejo a la vez.
Amar es respetar opiniones diferentes y convivir con quienes no piensan como tú. Amar es trabajar por el bien común, en las pequeñas acciones de la vida cotidiana o en los puestos de mayor responsabilidad. Amar es ser austero y no despilfarrar los bienes comunes ni los bienes propios. Amar es esforzarse cada día y contribuir en el crecimiento y desarrollo de los demás. Amar es desear el bien común y el bien particular por encima del bienestar personal.
Amar es defender lo bueno y desechar lo tóxico. Es seguir el rumbo correcto y no el equivocado.
Necesitamos concordia en lugar de discordia. Necesitamos familia.
Feliz Navidad.