Rafael Fraguas.
Madrid, a 2 de septiembre de 2024
Una antigua canción infantil, de melancólica melodía, invitaba a contar mentiras. Hoy parece llegada la hora de contar verdades. O bien, exigir su revelación si permanecen ocultas bajo el secreto. Vayamos a Europa: se sabe que, en los años 30 del siglo XX, la Corona, la familia real y la aristocracia, británicas, estaban trufadas de nazis y simpatizantes del Tercer Reich; pero nadie lo dice, ni explica que la abdicación del monarca inglés nada tuvo que ver con el matrimonio morganático del tal Eduardo VIII, ni con la condición plebeya y divorciada de la señora Wallis Simpson. La renuncia real obedeció a una operación de Estado para apartar la corona de la cabeza del más nazi de entre los de sangre azul británica.
Poco se dice del tan loado sir Winston Churchill quien, en 1910, además de enviar tropas regulares y meter carros de combate contra los mineros galeses en huelga por reivindicaciones meramente humanas, sin temblarle el pulso dictó al piloto Harris, apodado “el carnicero”, instrucciones para que la Royal Air Force ejecutara bombardeos indiscriminados contra la población civil alemana, indefensa y en fuga, pese a que el III Reich prácticamente ya había sido derrotado. Harris fue distinguido por la Corona con el título de sir.
También en la denominada anglosfera, britano-estadounidense, el presidente norteamericano Dwight D. Eisenhower, pese a los miles de muchachos estadounidenses caídos en suelo europeo en combate contra las tropas de Hitler y Mussolini, no tuvo reparo alguno, en diciembre de 1959, en abrazarse con el aliado de ambos, Francisco Franco Bahamonde quien, a su vez, tenía en su haber por aquel entonces el record de la firma de condenas a muerte, por fusilamiento, de decenas de miles de españoles republicanos durante la posguerra. 106.000 de ellos y ellas, permanecen aún sepultados en cunetas y fosas comunes dispersas por toda España.
Por cierto, el enterramiento de víctimas republicanas de la Guerra Civil junto a caídos del bando franquista bajo la cruz, de 150 metros de altura y 50 de anchura, del valle de Cuelgamuros -su nombre original fue Cuelgamoros- se debió a una petición estadounidense al dictador ferrolano. La demanda obedecía al miedo de la Casa Blanca a que las tornas políticas y militares cambiaran en España y las bases norteamericanas de Rota, Torrejón y Zaragoza -la diagonal trágica– negociadas con el tirano fueran puestas en cuestión por los republicanos si estos volvieran al poder. Franco, que concibió inicialmente la cripta para enterrar solo a los suyos, transigió (¿cómo no?) con la demanda del poderoso aliado.
Veamos algunas cosas más cercanas aún. Personalidades relevantes, potencialmente claves, de la pre-Transición, la Transición y la postransición de la dictadura a la democracia, murieron, al parecer accidentalmente, en distintas circunstancias: a saber, Fernando Herrero Tejedor, cerebro áulico del cambio político “por arriba” y mentor de Adolfo Suárez, muerto en accidente de automóvil, el 12 de junio de 1975; Antonio Cortina Menéndez de la Cuesta, inspector de Policía jubilado, padre del comandante del servicio secreto Centro Superior de Información para la Defensa, CESID, José Luis Cortina Prieto, único absuelto éste entre los procesados por el golpe del 23-F de 1981; el inspector, de 76 años, resultó muerto -quemado vivo- en un incendio en su domicilio madrileño el 26 de julio de 1983, dos años después del golpe de Estado; Alfonso de Borbón Dampierre, duque de Cádiz, primo carnal del rey emérito y nieto político del dictador, por matrimonio con su nieta Carmen Franco, murió decapitado por un cable de acero en una estación de esquí estadounidense de Colorado, mientras esquiaba el 30 de enero de 1989; Manuel Gutiérrez Mellado, teniente general, vicepresidente para asuntos de la Defensa de su primer Gobierno, muerto en accidente de automóvil, por un patinazo del coche en el que viajaba el 15 de diciembre de 1995; Santiago Bastos, general de Brigada, exsubdirector del CESID, responsable de controlar la involución militar, muerto junto a su esposa en accidente de automóvil el 19 de julio de 2019…
Los españoles tenemos derecho a saber si hubo -o no- investigaciones judiciales sobre sus muertes o resultados concluyentes al respecto. Muchas de las escasas explicaciones dadas son insuficientes. Otros muchos casos de muertes de personas relevantes, han sembrado la actualidad de sospechas que deben ser despejadas o confirmadas. Claro que estando la judicatura tan empeñada como lo está en centrarse en sus problemas corporativos, parece probable que estos y otros tantos casos o bien habrán prescrito ya o bien prescribirán y dejarán más tiempo libre a los consejeros generales de los togados, cinco años fuera de la Constitución, para (no) dirimir sus cuitas.
En realidad, las verdades secretas no son únicamente de esta naturaleza. Veamos lo que sucede con la Iglesia, institución de peso donde las haya, con el debido y exigido respeto por los aspectos creenciales. ¿Por qué en todos los casos en los que la Iglesia litiga con el Estado, en cuestiones educativas, fiscales, patrimoniales, de recursos, éste acaba por plegarse y por transigir ante aquella? Esta es una verdad evidente: con la iglesia, en esos foros, el Estado representativo nunca avanza. Según interpretan quienes saben, en esas negociaciones, los eclesiásticos exhiben la propiedad de un código (ideológico) compartido por catalanes, vascos, castellanos, gallegos… que facilita la debilitada cohesión entre- nacionalidades y regiones en España. Ese sería su talismán negociador.
En otro escenario, ¿por qué razón o sinrazón, cuando se descubría un caso de acoso sexual contra un niño por parte de un religioso, se le trasladaba a un lugar distante pero no alejado de niños, en vez de exclaustrarlo y denunciarlo a la justicia? Da la impresión de que la jerarquía se amparaba en el temor a dar escándalo como pretexto de su inacción.
Si volvemos la mirada sobre la Enseñanza en España, la verdad más veraz nos indica que la supresión de las Humanidades de los planes de estudios está desertizando la cultura en sus niveles más básicos, pues es raro hallar un universitario capaz de hablar pertinentemente en público, por ejemplo. No digamos nada de la gran mayoría de los adolescentes españoles, pues si bien antes solo sabían expresarse con monosílabos, ahora, con los teléfonos móviles, su agrafía se expande y afloran las garrafales faltas de ortografía que degradan sus inanes escritos. Doce años, aproximadamente, pasa un niño estudiando inglés en su colegio y son poquísimos entre ellos, cuando cumplen quince años, los capacitados para traducir un simple texto de un par de párrafos. Las evidentes carencias de la Enseñanza Pública se enjugan en la privada, hegemonizada por la Iglesia.
Abordemos ahora uno de los principales males que dañan a nuestro país: la endogamia laboral-profesional como flagelo supremo contra-meritocrático. Jueces, notarios, registradores, altos mandos militares, opositores, catedráticos, otros funcionarios…. ven sus carreras vinculadas estrechamente -o no- a los lazos familiares y a tóxicas redes de influencia que contaminan las profesiones y oficios en grado supremo, profesiones y oficios a donde no llegan los mejores, sino los más recomendados por sus padrinos, familiares o por el peso social de sus apellidos.
Es paradigmático el caso de catedráticos de Universidad que no aparecen por las aulas durante todo el curso académico, dedicados a convertir su cátedra en un piramidal señorío feudal donde solo medran los más aduladores, quedando el fatigoso menudeo en manos de doctorandos a la expectativa. El saber queda así al pairo, la investigación desaparece y la libertad de cátedra se emplea para publicitar el último libro del titular de la misma, que deviene en obligado texto de culto para los estudiantes que no han visto el pelo del gran preboste académico.
Por cierto, ¿qué Reales Academias pueden asegurar que cumplen sus funciones supervisoras del saber y, por destacar un aspecto, registran la plena asistencia a sus sesiones de todas y todos los componentes de sus floridos elencos? ¿Recuerda alguien alguna idea o propuesta surgida de tan distinguidos foros que dé satisfacción a algún anhelo científico o social verdaderamente sentidos?
Todos cuantos hicimos el servicio militar, borrado de un plumazo por el PP en 2010, sabíamos qué reclutas de ilustres apellidos compuestos se libraban de la mili al segundo día de aterrizar en un cuartel. Muchos de los que permanecían en filas, dejando las tareas del campo o del taller en manos de sus vetustos padres, eran cooptados para cuidar los jardines de algunos ilustres coroneles o hacerle a éste la compra doméstica semanal. Menos mal que tales prácticas han desaparecido de la esfera militar. Resulta curioso, sin embargo y por poner otro ejemplo, el hecho de que muchos de los hijos de los jueces más relevantes ocupen hoy destacados puestos en los principales bufetes de abogados que operan por estos lares.
Los periodistas no estamos exentos de este maleficio y asistimos a la proliferación de sagas familiares en algunos importantes medios, si bien la crisis que hoy afecta al Periodismo, donde cada persona que se considera capacitada para escribir dos líneas en las redes, insultos incluidos, se siente ya profesional, vicio venenoso que mitiga objetivamente la endogamia otrora tan extendida en el sector. Claro que quienes se benefician de las prácticas endogámicas argumentarán que en casa se aprende a amar las profesiones paternas, pero ello no obsta para que el enchufe sea una práctica enraizada en la vida cotidiana de este país.
De algunos funcionarios, qué decir. La desidia de unos pocos, ensombrece la función pública de los más. En principio su número, en ocasiones desorbitado, fragmentado en las Administraciones estatal, regional y municipal, parece obedecer a que el Estado asume tal exceso. Y lo hace no solo por razones políticas, como reclamos indirectos de votos en vísperas electorales, sino además y sobre todo porque el capital privado, las temibles corporaciones, históricamente habituadas en nuestro país a no asumir riesgos y a vivir de la teta estatal, se sienten renuentes a contratar más asalariados. Estos nuevo contratados serían los que podrían aliviar a los ya empleados de trabajar, como suelen hacer, jornadas de doce o catorce horas; con su ayuda, podrían todos, empleados veteranos y asalariados nuevos, fundar familias y atajar la crisis demográfica que se yergue amenazante sobre el futuro de este país. El capital corporativo está más acostumbrado a acrecentar el bonus anual a sus socios y directivos que a humanizar las vidas de los miembros de sus exangües plantillas. Todo ello redunda en un desistimiento y una desmoralización que expulsa hacia el extranjero a los profesionales más aplicados, sobre los cuales el Estado apostó en inversiones a la postre ruinosas.
Como cabe ver, el despliegue de la verdad, da mucho juego. Desde la imagen de la Corona británica, ejemplo de un evidente falseamiento de la historia, hasta los enigmas no resueltos de la historia reciente de España o las zozobras de tanto profesional obligado a emigrar, que se lo digan a enfermeras, médicos e informáticos asentados en Inglaterra, repasar el arco de lo inveraz va a requerir muchísimo esfuerzo para revertir sus dañinos efectos sobre las certezas necesarias para vivir dignamente una ciudadanía acosada por el secreto, la desidia o la mentira.
Rafael Fraguas
Rafael Fraguas (1949) es madrileño. Dirigente estudiantil antifranquista, estudió Ciencias Políticas en la UCM; es sociólogo y Doctor en Sociología con una tesis sobre el Secreto de Estado. Periodista desde 1974 y miembro de la Redacción fundacional del diario El País, fue enviado especial al África Negra y Oriente Medio. Analista internacional del diario El Espectador de Bogotá, dirigió la Revista Diálogo Iberoamericano. Vicepresidente Internacional de Reporters sans Frontières y Secretario General de PSF, ha dado conferencias en América Central, Suramérica y Europa. Es docente y analista geopolítico, experto en organizaciones de Inteligencia, armas nucleares e Islam chií. Vive en Madrid.
