Pepe Blanco.
Puerto de Béjar, a 26 de diciembre de 2023
En la celebre declaración revolucionaria francesa de los derechos del hombre y del ciudadano, de 26 de agosto de 1789, se apuntaba una idea de Constitución y hoy forma parte de la tradición liberal democrática.
Sin embargo, los intentos de llevar a cabo esta idea fueron rechazados por modernos oligarcas, dictadores, feudalistas y toda una gama de caciques y reyezuelos. En estos tiempos, en los que el pensamiento tuvo la fortuna de diversificarse como consecuencias de grandes sangrías, en las que nuestro País no tuvo mejor fortuna, la razón humana, como tal, parece haberla impuesto como método de convivencia pacífica para la libertad, igualdad y fraternidad.
Acto homenaje a la Constitución en el Congreso de los Diputados el pasado 5 de diciembre.
La Constitución Española de 1978 evidenció y matizó la garantía de los derechos y libertad, y conoció la separación de poderes englobados entonces en los Principios del Movimiento. Pero, además, la Constitución pudo expresar un conjunto de valores, que se sintetizan en la libertad y la igualdad, por más que éstos no tengan un cumplimiento correcto por parte de los poderes públicos.
En este sentido, es preciso destacar es esfuerzo realizado en los primeros años para establecer unos criterios objetivos dirigidos a la protección del derecho a la tertulia judicial, frente a amplios sectores de la jurisdicción ordinaria, que seguía bebiendo de las podridas aguas de la dictadura.
También, ¡¿cómo no?! el respetuoso criterio con el principio de la soberanía popular que, no obstante y muy a su pesar, ha dado lugar a corruptelas por parte de cargos electos, con fines espurios de sobra conocidos.
Hay muchas cosas, demasiadas, en la actual Constitución que no funcionan y se niega su corrección por aquellos que negaron su consenso y la tildaron de “ambigua”; y que hoy gobiernan nuestro país, obviando su articulado y haciendo un uso obsesivo y electoralista, para intereses del partido, que no del pueblo que la sancionó.
Sin embargo, es justo decir que nadie puede pensar, como algunos argumentan, que el juego político hoy en España sea de vida o muerte, o que estamos en los prolegómenos de la Guerra Civil o “Incivil”, por el hecho de que algunas comunidades reclamen lo que consideran sus privilegios, “estemos o no de acuerdo”.
La Constitución ya cerró en su momento la etapa de la violencia franquista y la injusticia de su régimen despótico y anacrónico.
Por el contrario, abrió una nueva etapa pacífica y una puerta al futuro y la esperanza. Por ello, los tiempos cambiaron y los estados se desarrollaron.
Las Constituciones no pueden permanecer en el inmovilismo. Han de ser tan ágiles y versátiles como requieran los ciudadanos que están bajo su amparo.
En estos 45 años de nuestra Constitución, pedimos, ya sin un minuto de espera, que se renueve el consejo General del Poder Judicial. Cinco años demasiado tiempo de espera.
Señores del PSOE y del PP, piensen en la ciudadanía, se reúnan y no lo dejen hasta conseguir la renovación. Pero, ¡ojo! si en el momento actual queremos una “buena” Constitución, los jueces que elijan a los jueces y los políticos a lo suyo, a hacer política “de altura”, o, de lo contrario, volveremos a las aguas podridas…¡¡¡ Coño !!!