Puerto de Béjar, a 1 de agosto de 2024
En el siglo XVII la bonanza económica europea y el auge de la reivindicativa burguesía precipitaron a la Duquesa de Béjar, Mª Alberta de Castro Portugal y Borja, a intervenir en la conversión de las hilaturas de lana, como detalla Javier Ramón Sánchez experto en la historia del patrimonio textil bejarano, junto a su suegra, Teresa Sarmiento, quien tuvo una idea muy emprendedora y supieron ver que había otras formas de hacer tejidos que como se estaban haciendo en ese momento.
Sin embargo, no caigamos en la inocencia de pensar que los Duques se movían por altruismo, sino más bien lo hacían por la “alcabala”, impuesto que cobraban estos “nobles” basado en la producción. Entonces, si la industria textil funcionaba bien, ellos recaudaban más y se producía una simbiosis interesante, que posibilitó un salto de gigante del textil de Béjar con la apuesta por los paños finos.
No es, por tanto, extraño encontrar nombres de mujeres dentro de las plantillas de las fábricas bejaranas; como tampoco era ver esos nombres femeninos en las propias cabeceras de las industrias, aunque fuera en menor medida.
Alcanzaban este estatus al heredar las empresas tras la muerte de sus esposos, que mantenían su nombre incluso después de su fallecimiento. Ponemos como ejemplo el caso de la Viuda de Higinio Cascón, María Martínez Soto, que tuvo que tomar los designios de la fábrica sin dejar de lado a la familia y a la casa, tal como establecía la sociedad de la época a comienzos del siglo XX, donde el papel de la mujer quedaba relegado en muchas ocasiones al hogar.
El rol de las mujeres en el textil fue cambiando poco a poco, con presencia en casi todos los puestos; aunque algunos eran femeninos predominantemente, como las “urdidoras” o las “zurcidoras”, aunque tenían en común las desigualdades con respecto a sus compañeros masculinos: su sueldo semanal era inferior, a pesar de que trabajaban de sol a sol.
Incluso las mujeres fueron parte activa de las reivindicaciones obreras de la gran Huelga del Textil Bejarano entre 1913 y 1914; tomando parte en los paros y en las manifestaciones, sufriendo detenciones y hasta mediando ante el Consejo de Ministros para tratar de buscar una solución al conflicto obrero.
En 1937, en las fábricas de la ciudad de Béjar trabajaban 1300 hombres y 1160 mujeres. Las mujeres bejaranas fueron pioneras en aspectos como la emigración y no fueron pocas las que acabaron desempeñando su labor profesional en Alemania; mientras que otras alcanzaron relevancia en puestos de administración o gerencia. Sin embargo, algunas, una vez que contrajeron matrimonio, tuvieron que dejar su sitio en las cadenas productivas ante una sociedad franquista y machista que minimizaba su papel.
Hay que mantener vivo el recuerdo de tantas mujeres, que jugaron sus cartas por alcanzar un lugar que todos les debemos y que no tienen que perder nunca más.
Mi más merecido homenaje a todas y cada una de estas grandes mujeres “BEJARANAS”…