Pepe Blanco Blázquez.
Puerto de Béjar, a 4 de noviembre de 2023
Siempre he dicho que la cultura es lo más importante de un país. Hace unos días le decía un paciente recién operado a un eminente cirujano lo buena y necesaria que es su profesión. El ilustre cirujano humildemente le contestó que son más importantes y necesarios los “maestros y profesores”; porque de ellos depende la cultura y la educación y eso es vital para el desarrollo de un país.
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Visto lo visto, en nuestra querida España esto se ve de otra manera. Todo lo referente a la cultura interesa, más bien, poco. Véase el cese del ministro Guirao por el Sr. Sánchez y relevado por Don Miguel Iceta, quizás muy inteligente, pero yo creo que lo mejor que hace es bailar; por cierto, se le da bien.
Decía el Sr. Guirao, ex de Cultura, estas bonitas y acertadas palabras: “Quien lee y escribe todos los días es una persona y duerme tranquila”. Y las decía, porque para él la cultura estaba por encima de todo y, por esta razón, fue cesado a los dos años.
El Sr. Guirao, cinéfilo, lector empedernido y brillante gestor cultural, se ganó el respeto del sector tras sus años al frente del Reina Sofía y de la Casa Encendida, un gran foco de vanguardia. El mundo de la cultura sintió su muerte y se le considera uno de los grandes de la gestión desde los veinticuatro años, cuando inició su camino al frente de esta área en la Diputación de Almería. Al salir del Ministerio de Cultura, volvió a la Fundación Montemadrid, discreto e impulsor del arte de vanguardia. Guirao se distinguió por su mirada moderna, que transformó la realidad cultural de España. Como ya hemos señalado, lo hizo en el Reina Sofía, que dirigió durante seis años, en una de las etapas más fructíferas del museo. Era un tenaz defensor de la proyección social de la cultura como servicio público y siempre abogó para que la ciudadanía entendiera que la cultura es un asunto de todos.
Decía que hay tres cosas que siempre dan resultado: “El trabajo, la prudencia y la valentía en sano equilibrio”. Y esto lo decía el Sr. Guirao y así se ganó el respeto de la “industria cultural” durante sus años al frente del Reina Sofía y, posteriormente, en la Casa Encendida, uno de los más luminosos focos culturales de la capital de España, con su apuesta por el arte más rompedor.
La pérdida del Sr. Guirao, al que se le define como un referente en la cultura de este país, que ayudó a renovar y encaminar hacia la vanguardia, es para recordar al Ministro que lo hizo todo bien, que buscó “soluciones” para “solucionar” la crisis de las librerías y apoyar el fomento de la lectura. Y…tuvo que afrontar en sus dos años de mandato la crisis de la S.G.A.E.
Con la cultura todo se alcanza. Con ella, bien seguro, que el Sr. Rubiales no ganaría casi un millón de euros, más tres mil euros para vivienda, coche oficial y tantas prebendas. Y la presidenta del Congreso 214.000 euros más lo mismo: coche, guardaespaldas y tantas cosas más; o el presidente del Senado, 177.602 euros. Esta gente no tiene problemas ante la cesta de la compra, como miles y miles de “pensionistas”. Si tienen agallas que acudan a sus trabajos en transportes públicos y se enteren “un poquito, sólo un poquito!”, lo que es la vida; o hagan lo que hacen los políticos de altura, como un primer ministro de Suecia, Olof-Palme.
Escribiendo esta columna me dice un amigo que le explique ¿para qué sirve el Senado? “Amigo mío – le respondo -, sinceramente para nada. Cerrado estaría mejor y nos ahorraríamos dinero, ‘algo de dinero’, aunque sólo fuera ‘un poquito de dinero.”
Y ahora, queda muy claro el trato que recibe la cultura, porque a un país con cultura no se le puede engañar. Al buen entendedor…